Un culto a María Lionza
María Lionza es la reina y máximo escalón de las cortes espirituales venezolanas, por tanto considerada la máxima autoridad espiritual, después de la Santísima Trinidad y la Virgen María madre de Jesús.
La “Reina Madre” de la naturaleza, icono de la identidad venezolana, es hoy, uno de los símbolos del sincretismo religioso y social más importante que ha ocurrido en Venezuela. Es un culto pagano, tolerante y practicado en todos los estratos de la sociedad venezolana.
Durante la Semana Santa y el Día de la Raza que se celebra cada 12 de octubre, son numerosas la peregrinaciones a la montaña de Sorte, en el estado de Yaracuy. A este lugar llegan los devotos con el objeto de hacerle todo tipo de peticiones a María Lionza, desde la cura de enfermedades, la solución de problemas de amor, hasta la obtención de riqueza o poder.
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Para que los favores les sean concedidos, los creyente eligen un rincón en la montaña o un recodo en el río, donde construir un altar para invocarla. El altar en cuestión se decora con fotografías, figuras estatuillas, vasos con ron o aguardiente, tabacos, cigarrillos en cruz, flores y frutos.
Un poco de historia
En en el siglo XV, los indígenas que habitaban lo que hoy se conoce como el estado Yaracuy, veneraban a Yara, Diosa de la naturaleza y del amor. De hecho, según algunos lingüistas, el vocablo Yaracuy significa "lugar de Yara".
Los indígenas describían a Yara, como una mujer de grandes ojos verdes, pestañas largas y amplias caderas. Su olor era como el de las orquídeas, su sonrisa era dulce y melancólica, de cabellos lisos y largos hasta la cintura, con tres hermosas flores abiertas tras las orejas.
Cuenta la leyenda, que Yara quien era una hermosa princesa indígena, fue raptada por una enorme culebra dueña de las lagunas y los ríos, que se enamoró de ella. Enterados los espíritus de la montaña de lo hecho por la culebra, decidieron castigarla haciendo que se hinchara hasta que reventara y muriera. Tras esto, eligieron a Yara como dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza y reina del amor.
El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones. En este sentido, Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o sea, María Lionza.
El culto a María Lionza cobró una gran fuerza en la década 50 del siglo XX, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien mandó que se erigiera en una autopista principal de Caracas, una estatua elaborada por el escultor Alejandro Colina, de ella montada en una danta, la cual se mantiene hasta nuestro días y en la que se le hacen numerosas ofrendas florales.
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María Lionza es considerada un ícono cultural de Venezuela. Es la figura central del llamado espiritismo Marialioncero, culto en el que se mezclan ritos y creencias católicas, indígenas y africanas; y que ha absorbido elementos de la religión yoruba y elementos místicos y teológicos de otras culturas.