¡Queremos una prensa libre!
Mafalda siempre fue una visionaria. Desde sus primeras apariciones gritó por la libertad, la democracia y la necesidad de una educación centrada en la cultura y el conocimiento del mundo. La genialidad de Quino hasta se adelantó a las Naciones Unidas.
El humorista gráfico argentino no acudió a decretos ni panfletos, acudió a la prensa. El semanario Primera Plana le dio espacio, El País hizo lo mismo años después y como una ola que no deja de moverse Mafalda llegó al cine, a las universidades, a los libros.
Todo gracias a la libertad de prensa. Esa herramienta maravillosa tan imprescindible y necesaria para la construcción de una sociedad.
Sin embargo, como periodistas también sabemos que las palabras son necesarias y más si están amparadas por una institución. Entonces, desde 1993 se establece por la Asamblea General de las Naciones Unidas que cada 3 de mayo se celebre el derecho a una prensa libre, independiente y conectada con la gente, no con partidos políticos ni gobiernos de turno.
Aunque en 1993 Mafalda no había perdido vigencia, la declaración por parte de la UNESCO, firmada en África, sirvió para prestar atención a las cifras de cientos de periodistas que, en su ejercicio por buscar y difundir la información, arriesgan y hasta pierden su vida.
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Queremos recordar dos puntos esenciales en la Declaración de Windhoel que resumen el carácter libertario de la prensa:
- Por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas.
- Por prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad.
¿Libertad de prensa en el mundo?
Después de recordar parte de la declaración y ver este mapa, creemos que la respuesta es no. El color negro sobre China es perturbador, los rojos sangres en Venezuela y gran parte de América estamos seguros partirían en pedacitos los mundos utópicos de la pequeña Mafalda.
Reporteros sin fronteras (RSF) se ocupa cada año de hacer que el recordatorio no quede a simples notas en la pared. Ver la libertad pintada y separada por colores nos hace repensarnos acerca de la vulnerabilidad de nuestra profesión, pero también es una posibilidad para crear y transformar.
El reporte de RSF hace referencia a tres casos que atentan gravemente contra la libertad de prensa:
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- La obsesión por vigilar las fuentes de información y la violación permanente al derecho periodístico de mantenerlas en secreto
- La manipulación de la información por parte de medios pagados - aliados a determinadas instituciones de poder. Lo vimos en campañas como la de Donald Trump y el Brexit.
- La masificación de dos fenómenos viciosos: posverdad y difusión de noticias falsas
Sobre posverdad, el Diccionario Oxford la calificó como palabra del año en 2016 y hasta se piensa en una incorporación formal al libro. Esta palabra para muchos es ambigua y hasta rara, porque pensaría Mafalda: ¿qué hay después de la verdad?
Hay emoción, hay "chismes de boca a boca". Hay especulación y muchos más sinónimos que bloquean el valor genuino de la auténtica libertad de prensa e información.
La posverdad es dar crédito a lo que se siente como verdad, pero que no es parte de la realidad. Posverdad es el camino contrario, es taparse los ojos y no permitirse ver.
Hoy, 3 de mayo gritamos libertad. Invitamos a la reflexión sobre la situación de la prensa en cada país del mundo, llamamos a no ser indiferentes, a realizar una campaña que defienda la verdad basada en los contextos y no en emociones.
Hoy exclamamos como Mafalda:
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"¡Sí a la democracia! Sí a la justicia! ¡Sí a la libertad! ¡Sí a la vida!"