El Realismo Mágico en el mundo hispano
Realismo mágico es un término que fue utilizado por primera vez por el historiador y crítico de arte alemán Franz Roh, al describir un movimiento pictórico por el año 1925, el cual incorporaba aspectos mágicos a la realidad. En Hispanoamérica, Arturo Uslar Pietri en los años treinta del siglo XX utilizó el término para describir una nueva tendencia en la literatura de esta parte del Nuevo Mundo, en la cual la realidad coexiste con la fantasía. Este Realismo Mágico tuvo gran auge en las novelas y cuentos de las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, en los cuales se insiste en el inconsciente y el irracionalismo, con la influencia de las culturas indígenas precolombinas llenas de leyendas y mitos, en los que ocurren hechos fantásticos.
En la novela latinoamericana, se considera a Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez, como la obra cumbre del Realismo Mágico, con gran abundancia de episodios insólitos presentados con naturalidad, como si fueran reales. Otros escritores latinoamericanos importantes del Realismo Mágico han sido Arturo Uslar Pietri como precursor de esta tendencia Miguel Ángel Asturias, Julio Cortázar y Juan Rulfo, entre otros.
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El término Realismo Mágico llega al idioma español en 1925 con la traducción del libro Realismo Mágico, que tuvo gran influencia de las obras surrealistas de la escritora chilena María Luisa Bombal, pero es en 1931 cuando Uslar Pietri con su novela Las lanzas coloradas lo da a conocer y comenzó a forjar la tradición hispanoamericana del Realismo Mágico, y en 1935 lo introduce en la cuentística venezolana y su cuento la lluvia es su primer exponente. Otros escritores destacados en el Realismo Mágico han sido Juan Rulfo con Pedro Páramo, Laura Esquivel con Como agua para chocolate, Mario Vargas Llosa con La ciudad y los perros, Isabel Allende con La casa de los espíritus, Miguel Ángel Asturias con Hombres de maíz, Julio Cortázar con Rayuela, el ya mencionado Gabriel García Márquez, y otros.
