Juana de Arco, la Doncella de Lorena
Juana de Arco nació en Domrémy, Francia, en el año 1412. Tuvo una vida muy corta e intensa, muriendo en Ruan el año de 1431 con tan solo 19 años de edad. La población de Domrémy era básicamente campesina, agricultores. Su padre Jacques D´Arc tenía una pequeña granja y además era funcionario público. Su infancia transcurrió durante los trágicos sucesos de la Guerra de los Cien Años, cuando Enrique VI de Inglaterra quería apoderarse de Francia y se enfrentó al Delfín Carlos quien sería luego Carlos VII de Francia.
Desde muy niña Juana de Arco se distinguió por ser muy religiosa dentro del catolicismo y ella misma confesó que a los trece años escuchó una voz de Dios, que en esa primera oportunidad la asustó, tuvo una terrible sensación de miedo. Posteriormente dijo que recibió mensajes de San Miguel Arcángel, de Santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita de Antioquía exhortándola a llevar una vida piadosa y devota. Años más tarde sintió que la voz de Dios la llamaba a una misión que era dirigir el ejército francés, coronar al delfín como Carlos VII en Reims y expulsar a los ingleses del país.
El asedio de Orleans por las tropas inglesas obligó al Delfín Carlos a refugiarse en Chinon, adonde se dirigió Juana, La Doncella de Lorena, para informar al delfín de su misión. Éste, desconfiando, sometió a Juana a varias pruebas hasta convencerse de la veracidad de sus intenciones y accedió a confiarle un ejército de 5.000 hombres con quienes se dirigió a Orleans para derrotar a los ingleses y liberar el sitio. Después Juana de Arco realizó otras campañas exitosas que permitieron que el delfín llegara a Reims y fuese coronado como Carlos VII de Francia en julio de 1429.
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Cumplida su Misión Divina, Juana dejó de oír las voces interiores y pidió regresar a su pueblo. Sin embargo, le rogaron que se quedara y así lo hizo, continuó combatiendo hasta que fue capturada en el asedio de Compiegne por parte de los borgoñeses y entregada a los ingleses. Fue trasladada a Ruan y juzgada acusada de hechicería, luego de un proceso inquisidor que duró unos tres meses fue encontrada culpable y condenada a muerte. Una vez leída la sentencia, Juana de Arco fue llevada hasta la hoguera muriendo el 30 de mayo de 1431.
Veinticinco años después de la condena, el Rey Carlos VII solicitó a la iglesia que revisara aquel juicio inquisidor, pero el Papa Nicolás V lo consideró inconveniente. A la muerte de este Papa fue elegido el español Calixto III en abril de 1456, quien ordenó que se reabriera el proceso lo que condujo a reconocer la inocencia de Juana. Al llegar el siglo XX, el año 1909, fue beatificada por el Papa San Pio X y luego declarada Santa por el Papa Benedicto XV en 1920. Ese mismo año la declararon Santa Patrona de Francia, Santa Juana de Arco, La Doncella de Lorena.