La Diosa Diana: de Artemisia romana a México
Según la Mitología Romana, Diana era hija del Dios Júpiter y Latona, y al igual que su equivalente griega Artemisa, nació en la Isla de Delos con su hermano mellizo Febo. En el nacimiento de Diana, los dolores de parto que sufrió Latona fueron tan grandes que decidió mantener su virginidad eternamente, al igual que lo hizo su hermana Minerva y desde entonces fueron conocidas como las vírgenes blancas.
Diana era una diosa virgen, y reconocida por su belleza y su habilidad para cazar fue considerada la Diosa de la Caza. Su nombre significa “la que brilla”, por lo que también era Diosa de la Luna, de la Luz y Reina del Cielo. Fue la patrona de los pobres, de las personas de clases bajas y de los esclavos. Las fiestas en su honor se realizaban el 11 de agosto y el Templo de Diana en Efeso, que en su oportunidad fue una de las siete maravillas del mundo antiguo, debido a su mantenida castidad, fue a la postre consagrado a la Virgen María.
Esta diosa siempre se distinguía porque llevaba consigo arco y flechas para cazar. Estas armas se las suministró su padre, el Dios Júpiter, junto con una cohorte de ninfas quienes serían sus guardianes y acompañantes en sus cacerías. Estas ninfas, lo mismo que Diana, tenían que mantenerse en perpetuo celibato o de lo contrario podrían ser castigadas fuertemente. Es el caso de Calisto, una de sus ninfas que quedó embarazada al ser engañada por el propio Júpiter, y al ser descubierta, Diana procedió a desterrarla.
Anuncio
En el Paseo La Reforma de ciudad de México, hay una escultura de Diana la Cazadora inspirada en la Diosa romana. Fue colocada en lo alto de una fuente en una redoma de La Reforma, fue inaugurada el 10 de octubre de 1942 y hoy en día es un símbolo de la capital mexicana.