San Agustín, el Santo Africano
Aurelius Augustinus Hipponensis, o Agustín de Hipona, o simplemente San Agustín, nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste, ubicada en el norte de África cuando formaba parte del Imperio Romano, y actualmente, es la ciudad de Souk Ahras en Argelia. Hijo de Patricio y de Mónica, la futura Santa Mónica, por ser tanto una mujer cristiana ejemplar por su piedad y su bondad, como una madre abnegada y siempre preocupada por el bienestar familiar. En este sentido, Mónica le enseñó a su hijo Agustín los principios básicos de la religión cristiana, pero éste, en su juventud, se apartó de la ruta del cristianismo, compartió el maniqueísmo, y entonces Mónica se entregó por entero a la oración constante en medio de su profundo sufrimiento. Por esta razón, años más tarde, el mismo Agustín se llamaría "el hijo de las lágrimas de su madre”.
En sus estudios el joven Agustín siempre prefirió la gramática, las letras, la filosofía. A los diecinueve años, después de leer el Hortensius de Cicerón, se dedicó totalmente a los estudios de filosofía, época en la cual mantuvo una estable relación amorosa de la cual tuvo a su hijo Adeodato. Buscando la verdad, Agustín estuvo cambiando de una escuela filosófica a otra, y al no encontrar respuesta satisfactoria a sus inquietudes fue cuando ingresó al maniqueísmo, pero esta doctrina religiosa que apoyaba la pasividad entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, tampoco lo satisfizo y la abandonó varios años después.
En el año 383, próximo a cumplir treinta años, Agustín se fue a Roma y de allí pasó a Mediolamum, la actual Milan, donde como maniqueo era rival en oratoria del obispo Ambrosio. Sin embargo, comenzó a asistir como catecúmeno a las liturgias de este obispo quedando gratamente impresionado. Comenzó a leer a Plotino y las Epístolas de Pablo de Tarso, y fue cuando decidió romper definitivamente con el maniqueísmo y convertirse al cristianismo en el año 385. Por supuesto, estas decisiones alegraron sobremanera a Mónica, su madre. A partir de ese momento se dedicó al estudio del cristianismo y la meditación, y el 24 de abril del 387, con treinta y tres años de edad, Agustín fue bautizado en Milan por el obispo Ambrosio.
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Después del bautismo Agustín decidió regresar a África, pero poco tiempo antes de embarcarse murió su madre. Llegó a Tagaste, su ciudad natal, y comenzó a llevar una vida monacal. En el año 391 viajó a la ciudad de Hipona, donde a petición de la comunidad fue ordenado sacerdote, y en el 395 se consagró como obispo. Desarrolló una profunda y variada actividad episcopal, escribió libros que lo ubican como uno de los cuatro principales Padres de la Iglesia, siendo su obra más trascendental “La Ciudad de Dios”. Agustín murió en Hipona el 28 de agosto del año 430 a los 75 años de edad.
No podemos dejar de mencionar la leyenda con el niño en la playa. Dicen que Agustín paseaba junto al mar intentando interpretar el misterio de la Santísima Trinidad, cuando vio a un niño que con una concha marina trataba de llenar un hoyo en la arena de la playa. Al ver aquello, Agustín le dice al niño que su tarea era inútil, imposible de realizar, a lo que el niño le respondió: “no puede ser más difícil llenar de agua este agujero que comprender el misterio de la Trinidad que bulle en su cabeza”.
En 1244 se estableció la Orden de San Agustín por la iglesia católica, y en el año 1588 se creó la Orden de Agustinos Recoletos que actualmente está presente en veinte países y cuenta con unos 1.100 sacerdotes.