El tesoro escondido de Barcelona
El ron, el tabaco, armas y sobretodo doblones de oro. Tesoros preferidos de piratas y corsarios, de nuestro imaginario histórico-colectivo, que debían ser escondidos en las profundidades de las resplandecientes arenas de las costas caribeñas para no ser descubiertos por sus adversarios.
De esa manera se buscan la vida vendedores informales en la playa de Bogatell de Barcelona.
Vaqueros gastados, zapatos deportivos luchando en la arena por avanzar y holgadas camisas de rayas cubrían los cuerpecillos morenos de estos personajes, de origen paquistaní, que se desplazaban a lo largo de la costa vendiendo pareos, cervezas y cócteles a los turistas que disfrutaban una tarde de verano bajo el sol.
¿De dónde sacan la mercancía? ¿Ellos venden sus propios productos? ¿Quién abastece a estos sujetos con dichos artículos? ¿Pagan impuestos?
Al tratar de responder todas estas preguntas (algunas de ellas quedarán en simples cuestiones) vi cómo uno de los personajes contaba los pasos, fijando su mirada en la arena, mientras avanzaba lentamente en zig-zag. Parecía buscar algo, mientras que algunos de sus compañeros se reunían sobre unas tumbonas, bajo la sombra de unos toldos, con sujetos de raza caucásica, equipados con uniforme, gafas de sol y equipos de radiocomunicación.
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Mirando de nuevo hacia el mar, observé que el más pequeño del grupo de paquistaníes parecía haber encontrado lo que buscaba. Se inclinó sobre la arena y comenzó a cavar un hueco, bajo un ritmo trepidante. Tras unos segundos, sacó una bolsa blanca de plástico bastante hinchada por dentro.
Tal y como hacen en Madrid, individuos organizados de la misma nacionalidad, ocultan la mercancía, no como en la capital donde usan basureros y alcantarillas, sino bajo la arena; reduciendo costes de almacenamiento.
Decenas de pareos salieron de ese saco misterioso. Minutos después, otro sujeto realizó el mismo procedimiento, desenterrando esta vez cervezas, que sabrá Dios donde las enfriarán luego.
Lo cierto es que la situación desborda a los 90 agentes de la Ley dedicados a combatir la venta ambulante de bebidas alcohólicas, y otros productos, cada verano. Cuando atrapan a uno, los demás tienen tiempo de escapar, como ha declarado un policía encubierto en un reportaje realizado por La Vanguardia.
El sistema parece estar bien estudiado por estos sujetos, que han designado a uno de sus camaradas para que guarde el dinero de las ventas, así la Policía confisca poco dinero de las ventas ilegales de los llamados “mojiteros”, sujetos que venden cócteles insalubres en las costas catalanas.
A pesar de esta realidad, las playas de Barcelona resultan un verdadero tesoro, nada escondido para los turistas de toda Europa. Lejos de ahuyentar a los turistas, la ciudad Condal recibe cada vez más visitantes. Solo en 2016, el aeropuerto gestionó una cifra récord de 44,1 millones de pasajeros, un aumento de 11,2% frente a 2015, impulsado también por la recuperación del tráfico doméstico (+11,4%).