De cine “X” a Sala Equis
Solo Dios sabe lo que pasó sobre las butacas del cine del número 4 de la Calle Duque de Alba de Madrid, entre 1979 y 2005, cuando las películas de destape, primero, y las pornográficas, a partir de 1985, se proyectaron en la última de las pantallas subidas de tono de la capital española.
Lo que sí sabemos muchos es que en esta vida hay que reconvertirse o morir. Esa máxima la han aplicado en la nueva Sala Equis, transformada hoy en un espacio cultural donde la gastronomía, la coctelería, la buena música en directo y, por supuesto, el cine se mezclan para crear una combinación ecléctica y un poco snob, muy al estilo de Malasaña, en pleno corazón de Lavapiés.
Esas butacas manchadas por los años, y por los fluidos corporales, han dado paso a la gran ‘Sala Plaza’, un espacio que recoge el espíritu de ese cine de pueblo en verano, en el que los vecinos sacaban sus sillas a la plaza pública para ver su película favorita sobre una gran tela blanca. De hecho, la luz natural se cuela entre el lucernario para dar esa sensación de estar fuera sin estarlo.
Los que padecemos el crudo invierno madrileño agradecemos una arquitectura tan amigable, que a su vez permite tumbarse en bancadas de madera y columpios, sin sufrir el frío del exterior.
Desde la comodidad del asiento que elijas podrás disfrutar, semana a semana, de ciclos temáticos y reposiciones de películas emblemáticas de la historia del cine.
Durante el mes inaugural se han programado varios ciclos: "Grandes óperas primas", "Cine y erotismo", "Matinales fantásticas" y "Nuevas visiones de Cine en Madrid". Ciclos que irán cambiando de acuerdo con la temática elegida por la nueva administración.
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Un poco de la historia de la Sala Equis
Como la materia que no perece sino que se transforma, la cultura en el 4 de la calle Duque de Alba, se ha transformado a diversas plataformas, pero nunca ha perdido su esencia.
Entre los años 1913 y 1933 el palacete acogió la redacción del diario El Imparcial. Al comenzar la semana circulaba ‘Los Lunes de El Imparcial”, un suplemento cultural en el que colaboraron grandes nombres de la generación del 98, como Unamuno, Azorín o Baroja.
El periódico dejó de publicarse en el 33, cuando comenzó a edificarse el primer Cine Alba. Fue inaugurado ocho años después, como cine “convencional” hasta que las películas comenzaron a ponerse calientes.
Estamos seguros que la nueva mutación le dará aún más vida cultural a un barrio rodeado de comercios, restaurantes y bancos, que muestra su máximo esplendor los domingos, cuando el Mercado de el Rastro toma la zona.