Tradiciones navideñas españolas V: La cena de empresa

Tradiciones navideñas españolas V: La cena de empresa

Más que el fútbol, los toros y la lotería, no hay nada más importante para el español que la comida. Su forma de alimentarse dice mucho de su carácter colectivo, y social. También nos da señales del padecimiento económico de generaciones anteriores, debido a los centenares de platos de cocina de aprovechamiento que nos encontramos en casi todas las regiones de la nación.  

Hoy, los españoles han reconstruido el imperio del Siglo de Oro, a fuerza de fogones y estrellas Michelín. Tan laureados y casi tan célebres como Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, los Roca y los Cruz llenan noticieros, periódicos y portadas de revistas.  

En diciembre, no pueden faltar las uvas en Nochevieja, los regalos el Día de Reyes ni las cenas de empresa. Las cenas de empresas son auténticos banquetes romanos, en los que muchos han perdido el trabajo, por haber perdido la cabeza, esa sola noche.

La comida y la bebida que no falten. El sol se oculta y con ello vienen los aperitivos, las tapas y las raciones. En ocasiones, después del picoteo viene el primero, un segundo y, obviamente, postre. La noche no acaba ahí. Con el estómago lleno, vienen las copas, la música, el baile y lo demás, historia.

Como el roscón de Reyes, estas cenas de empresa (que de cena mucho, pero de empresa poco) provienen de la festividad de Saturnalia, introducida en el 217 a.C para elevar la moral de los ciudadanos tras una derrota militar a manos de Cartago.

En aquellos días, los romanos posponían todas las guerras y negocios por siete días, liberaban temporalmente a los esclavos y se intercambiaban regalos. Por ello se llamaba coloquialmente la Fiesta de los Esclavos.

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Las familias campesinas encontraban en los siguientes meses un descanso de la rutina agrícola al marcarse el solsticio de invierno.

Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno y con un gran banquete al que estaban invitados todos los ciudadanos.

Quizás esa sea la gran diferencia entre aquellos festivales y las cenas de empresa de hoy, cargadas de camaradería, horizontalidad y distensión, pero también de exclusividad, por no decir exclusión.

Ese mismo carácter social, y un poco vanidoso, de hoy empuja a algunos formar guetos donde sentirse especiales. Así como juegan la lotería colectivamente, también hacen cenas de empresa dentro de clubes, asociaciones y bares. Muchas de esas convocatorias se hacen a espaldas de compañeros de trabajo, en una especie de ritual semi-privado en el que se suele discriminar al diferente, imagino que para generar esa alucinación de creerse mejor que otro.  

En el aspecto puramente gastronómico, en ciudades cosmopolitas como Madrid o Barcelona, la cena es tan diferente como ofertas puede haber en el mercado. Si antes se comía jamón y gambas, mariscada o chuletón, ahora saltan a la mesa las hamburguesas de autor y el célebre sushi.

Si haces cena de empresa, de club, de asociación o de familia, que sea como en sus orígenes, incluyente y conciliadora como las saturnales. (cuidado con los excesos)

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