La gasolina en Venezuela
Desde el siglo XIX, en Venezuela se produce gasolina, al principio de manera artesanal en la población de Rubio en el estado Táchira, donde en una finca cercana a este pueblo comenzó a fluir petróleo. La proporción de gasolina que se producía era poca en comparación con el querosene, que tenía múltiples usos incluyendo ser combustible de las recientes cocinas que operaban con este líquido.
Prácticamente entrado el siglo XX, cuando en Venezuela se descubren grandes yacimientos petrolíferos y pasa a convertirse en el segundo productor mundial de petróleo y el primer exportador, se instalan refinerías para procesar parte del petróleo extraído de esos maravillosos pozos. La industria petrolera venezolana se fue convirtiendo en una de las empresas más importantes del mundo y la principal fuente de divisas para el país.
Las políticas aplicadas a la venta interna de la gasolina producida en las refinerías propias, se basaron prácticamente en aplicarle un gigantesco subsidio que la convirtió poco a poco en un producto regalado, sin valor para el consumidor venezolano. La intención de esa medida, que en principio fue la de favorecer al ciudadano al disponer de un producto muy barato, convirtió a la gasolina en el más preciado bien para ser negociado en acciones de contrabando, especialmente hacia Colombia, y en menor medida hacia Brasil y Las Antillas.
El tema del contrabando de gasolina ha sido uno de los principales motivos de corrupción a todos los niveles. Se considera que parte de las autoridades venezolanas encargadas del resguardo de las fronteras y de evitar el comercio ilícito entre países vecinos, tiene que estar comprometida en este negocio que es conocido, como se dice coloquialmente, por todo el mundo.
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En la actualidad, la poca producción de gasolina en las refinerías propias debido a su baja eficiencia por motivos de falta de mantenimiento, unido al contrabando, han convertido a la gasolina en un recurso escaso, tanto que diariamente se forman largas colas de vehículos, que alguna veces tardan más de un día para llenar el tanque. Por supuesto, esto ha afectado el transporte en todas sus instancias, y consecuentemente la actividad diaria; afecta la movilización de alimentos desde los centros de producción hacia los centros de consumo, perdiéndose gran parte de ellos que son perecederos en el corto plazo; el suministro de energía termoeléctrica; la asistencia al trabajo y a las escuelas y a otros centros de educación; afecta el funcionamiento de hospitales y otros centros de salud. En fin, el país está paralizado en un altísimo porcentaje de su actividad productiva.
En la Venezuela por venir, tiene que ser prioritaria la atención al problema del suministro interno de gasolina; los precios tienen que ajustarse para el bien de la industria petrolera; este ajuste junto al resguardo seguro y responsable de las fronteras va a causar la eliminación del contrabando; las refinerías tienen que recuperarse para que trabajen a capacidad completa y eficientemente; las exportaciones a países vecinos en programas especiales tienen que hacerse a precios reales del producto; la gasolina tiene que volver a ser un producto de fácil acceso a los usuarios y un producto que contribuya con el progreso del país.