Cuando tu adolescente bebe demasiado

Cuando tu adolescente bebe demasiado

Solo sabes que empezó a una edad muy temprana, que bebe compulsivamente y cada vez con más frecuencia. Pero desconoces las razones que han llevado a tu hijo adolescente a relacionarse con el alcohol.

El psicólogo estadounidense  Neil I. Bernstein, autor del libro How to Keep Your Teenager Out of Trouble and What to Do if You Can’t (Cómo mantener a su hijo adolescente fuera de problemas y qué hacer si usted no logra hacerlo), señala que no hay una razón única por la cual los adolescentes usan drogas y consumen alcohol.

Puede ser por el sabor, por el efecto. Lo cierto es que la mayoría de los que toman señalan que esa droga - legal- que los desinhibe es sensacional, socializante, divertida, accesible y barata. Todas esas sensaciones juntas han contribuido a que disminuya la edad del primer contacto con el alcohol y que jóvenes  entre 15 y 28 años se emborrachen todos los fines de semana. También llama la atención  la creciente incorporación de las mujeres jóvenes al consumo de alcohol.

De cualquier manera, sabemos que este es uno de los temas más preocupantes para padres como tú que adoran a sus hijos, pero cuyos hábitos de diversión te quitan el sueño y te generan una comprensible angustia.

Ante ese panorama es importante que constates si envías información contradictoria a tu hijo. Por un lado le dices que no tome y por el otro tú bebes excesivamente cada semana. También debes revisar si para otros temas tu hijo ya es un adulto y para ese, específicamente, lo tratas como un niño.

La verdad es que a veces el problema del consumo supera tus recursos espontáneos y necesitas pedir ayuda.

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Para empezar es importante entender que, como todas las drogas, el alcohol tiene un efecto sobre la personalidad y no sólo sobre el cuerpo. Algunos se ponen eufóricos, otros rompen en llanto y la mayoría se marea.  Otros experimentan mucho sueño, agresividad y hasta llegan a pelear con sus propios amigos.

Sin embargo, los expertos aseguran que el efecto general suele ser el de la desinhibición. Tu hijo puede sentir que los problemas se diluyen ante cada nuevo sorbo de alcohol, que la cerveza o el vodka le permiten tomar un segundo aire, que hay opciones y alternativas para no estar decaído,  pero también aumenta la sensación de desesperación en quien tiene tendencia a ella.

¿Son buenas estas sensaciones y experiencias? Entre adultos responsables este consumo puede ser evaluado positivamente como relajante, sobre todo cuando se produce eventualmente, solo en días exigentes. Pero en los más jóvenes puede ser más preocupante.

Si es tu caso. Si crees que tu hijo está tomando más de la cuenta, la mejor manera de ayudarlo es hablar con él, de sus emociones y también de las tuyas porque es importante que se sinceren y conversen francamente frente a frente.

Es difícil pretender que salvarás a tu hijo de todos los peligros del mundo, pero un buen acompañamiento, conversaciones profundas y respetuosas y tu presencia puede ser lo  más parecido a un poder protector que los acompañará siempre.

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En esas conversaciones debes aprovechar para preguntarle a tu hijo por qué le gusta tomar, y darle información científica y detallada  acerca de los peligros que acarrea el consumir alcohol en exceso. También es recomendable advertirle sobre el riesgo de mezclar bebidas, de manejar ebrio. Pero debes insistir en que debe aprender a controlarse y saber cuándo debe detenerse.

Evita naturalizar los episodios desagradables y considerarlo un evento aislado. Si tu hijo adolescente se emborracha tienes que afrontarlo como una señal importante de que algo está ocurriendo.

Procura estar informado de los hábitos de tu hijo, lugares que frecuenta, actividades y el grupo de amigos con los que sale.

Un consumo problemático es visible cuando se abandonan actividades saludables, las salidas son demasiado frecuentes, baja el rendimiento escolar y aparecen estados de irritabilidad.

Es importante que sepas que más allá de tu actitud, los jóvenes beberán según la presión del grupo al que pertenecen. Suele ocurrir después de los 16/17 años, pero esa experimentación será menos riesgosa si has hablado con tu hijo ese y otros temas importantes.

Evita los reproches y la sanción moral. Siempre es mejor hablar y no regañar.  Tienes que suponer que algo no está funcionando bien en su vida y que requiere atención. Entonces es mejor acompañarlo y no juzgarlo.

No te desalientes ante el paradigma alcohol. Piensa que eres la influencia número uno para tu hijo así que haz uso de ella.

Establece una red de padres para hacer alianza con otros que también tengan tu misma preocupación y en la medida de lo posible permite que tu casa sea el sitio de reunión y que en las otras viviendas siempre haya un adulto presente.  La conciencia moral suele disolverse en los grupos de jóvenes, así que siempre es recomendable que alguien más maduro recuerde los límites.

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