Lee Morgan: El trágico fin de un comienzo
Cuando vienen a la mente trompetistas de jazz, inevitablemente saltan las imágenes de los mofletes hinchados de Dizzy Gillespie, el bebop de Miles Davies, la gruesa voz de Louis Armstrong, las notas altísimas de Arturo Sandoval y los colores de Wynton Marsalis.
A pesar de su virtuosismo al ejecutar la trompa, de sus composiciones y de su vida alocada, casi siempre suele estar fuera de esa lista mental Lee Morgan. Quizás su joven despedida de este mundo ha hecho pasar desapercibido a uno de los mejores y más comprometidos músicos con el género clásico negro norteamericano.
Morgan nació en Filadelfia en 1938. Con apenas 16 años ya estaba soleando en la Big Band de Gillespie. Tan solo dos años atrás había recibido su primera trompeta a manos de su padre.
En 1956, tras sólo cuatro años tocando, produjo y grabó discos como líder de banda, especialmente para Blue Note, compañía en la que quedaron registradas 25 de sus pastas de acetato. De hecho, después de la prematura muerte de Clifford Brown en 1956 fue considerado como su sucesor.
Al año siguiente grabó junto a John Coltrane el célebre Blue Train. Meses más tarde dejó para la humanidad dos de sus mejores discos: Candy y City Lights.
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En 1958 se integró a la formación de los Jazz Messengers de Art Blakey donde colaboró en algunos de los discos más representativos, como Moanin'.
A pesar de los éxitos, Morgan sucumbió ante los abusos con la heroína. Se alejó de Nueva York, al partir a su natal Filadelfia para tratar de vencer el vicio. Regresó a vagabundear en la Gran Manzana, prácticamente en la indigencia, hasta que un ángel guardián le abrió los brazos y las puertas de su casa en el Bronx.
La que se convirtió en la señora Morgan en unos meses, Helen, ayudó al músico a salir de su adicción tras internarlo en un centro de desintoxicación, donde le proveyeron de metadona.
Ella tuvo de quien cuidar y él tuvo alguien quien cuidara de él. Esa simbiosis elevó al artista a construir el legado que dejó a la humanidad. Grabó Sidewinder en 1963, uno de los discos más vendidos en la historia del jazz.
De acuerdo con los especialistas, la razón principal de su éxito fue Sidewinder, un blues del mismo nombre, compuesto por 24 compases con una melodía sencilla de recordar tocada por el mismo Lee Morgan y por su amigo Joe Henderson. La receta produjo un estilo propio al que llamaron soul jazz.
La década de los sesenta trajo consigo una intensa actividad laboral de las que nacieron las producciones A Caddy For Daddy, de Hank Mobley, y Night Dreamercon, con Wayne Shorter.
Las causas filantrópicas llamaron a su puerta, al colaborar con "Jazz and People Movement", una organización que integró a los talentos jóvenes al mundillo de la música, y con la que se pretendió mejorar las condiciones laborales de los artistas nocturnos de Nueva York.
Con 33 años inició un nuevo proyecto como líder de banda. Su carrera iba en ascenso, mientras que su relación con Helen se deterioró. Se enamoró de otra chica, con quien asistió al club Slug’s Saloon de Manhattan, tras sufrir un accidente de tráfico junto a ella. Ese 19 de febrero de 1972, Helen los esperaba dentro del club. Tras una discusión, y al sentirse rechazada por Morgan, Helen sacó del bolso la pistola que su marido le había regalado y le disparó con ella.
Si quieres saber más detalles de la vida del legendario Lee Morgan, no puedes dejar de ver el documental «I called him Morgan», de Kasper Collin, que puedes encontrar en Netflix.